Construyendo soberanía alimentaria: por el rescate y la conservación de la biodiversidad agrícola local

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UNAG/Nicaragua –

Por Jorge Irán Vásquez  –

El Programa De Campesino a Campesino (PCaC), de la UNAG (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de  Nicaragua), y el Servicio de Información Mesoamericano en Agricultura Sostenible (SIMAS) son dos organizaciones nicaragüenses que forman parte de la Alianza por la Agroecología desde el año 2014. Ambas organizaciones desde hace más de dos décadas desarrollan en el país acciones a favor de la promoción de la agroecología, apostando a cambios en la forma de hacer agricultura desde las y los campesinos.

En su lugar el PCaC UNAG da sus primeros pasos en Nicaragua a finales de los 1980, como un planteamiento novedoso que se contrapone a la agricultura tradicional, degradante de los recursos naturales y que destruye el bienestar social, la tierra, el agua y la diversidad genética. Surge como un movimiento campesino que asegura los derechos de los pequeños agricultores para un desarrollo equitativo y sustentable.

Es una iniciativa que se destaca por ser una de las organizaciones pioneras en Nicaragua en la promoción del rescate y conservación de las semillas criollas y el conocimiento asociado, como una respuesta de soberanía alimentaria y de empoderamiento local.  En la actualidad, en el marco de esta organización,  se involucran alrededor de 1.000 comunidades en todo el país que conservan, resguardan y mejoran sus recursos fito genéticos.

La conservación de los recursos genéticos locales es una tradición comunitaria que en muchas comunidades campesinas del país funciona independientemente de las organizaciones y proyectos.  El rol de la organización en este caso es en primer lugar visualizar estas experiencias ante diversos sectores de la sociedad nicaragüense y por otra parte motivar la ampliación y reproducción de las experiencias en otras regiones del país mostrando a través de diagnósticos, encuentros, ferias, publicaciones, etc., la importancia estratégica que tiene conservar, multiplicar y defender nuestro recursos genéticos.

Eloena Arauz, de la UNG

Eloena Arauz, de la UNG

La pauta para impulsar estas estrategias de conservación de las variedades locales fue dada por grupos indígenas del Norte del país; particularmente comunidades de los departamentos de Madriz y Nueva Segovia quienes por generaciones vienen desarrollando prácticas de conservación de semillas criollas y acriolladas para su autoabastecimiento.

En el año 2008 se realiza el primer diagnóstico nacional de semillas criollas y acriolladas, cuando se identifican semillas de variedades locales en 134 comunidades. Se logran reconocer 137 variedades de maíz, 141 de frijol, 8 de arroz, 4 de sorgo y 10 de otras leguminosas comestibles.

Este diagnóstico fue ejecutado directamente por equipos comunitarios de promotores y promotoras campesinas. Sirvió entre otros, para disponer de un inventario del número de variedades criollas y acriolladas existentes en estas comunidades, a su vez contribuyó a desencadenar interés en el tema tanto por otras organizaciones, como por la academia y el mismo Estado nicaragüense. Hay que mencionar que estos diagnósticos continúan realizándose hasta este momento, tanto por estos mismos grupos, como por otras organizaciones que también lo incorporan en sus temáticas de trabajo. Dentro del PCaC en estos momentos nos encontramos realizando diagnósticos muchos más amplios de toda la diversidad que hay en la finca, información que es compartida con la comunidad a través de pequeñas bibliotecas campesinas establecidas en los bancos comunitarios de semillas.  

Tener un panorama de la riqueza de nuestra biodiversidad local contribuye a definir estrategias locales para “contener y revertir la tendencia de la pérdida de variedades y la erosión genética”, motivar procesos de multiplicación de variedades e iniciar procesos de conservación de las semillas a través de redes locales de bancos comunitarios de semillas criollas y acriolladas.

Las afectaciones climáticas recurrentes con graves consecuencias en las economías locales, pérdida de cosechas y semillas para siembra están reforzando la convicción de continuar el rescate y resguardo de materiales genéticos locales “porque, aunque en pocas cantidades, están disponibles para los productores/as que lo demandan en momentos críticos de siembra”. Los bancos de semillas se vienen convirtiendo en una estrategia para el rescate y el autoabastecimiento de semillas.

Gracias a todo este esfuerzo se vienen ampliando las experiencias organizativas pasando de una respuesta individual a una de escala comunitaria, de la guasaya y el calabazo casero al silo comunitario. Se establecen alianzas estratégicas entre bancos comunitarios y los bancos comunitarios que son la base de biodiversidad local.

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Se impulsa el mejoramiento campesino de semillas criollas logrando el mejoramiento y obtención de nuevas variedades desde las y los propios agricultores, contribuyendo a una mayor disponibilidad de variedades locales para hacerle frente a la demanda de semillas a nivel comunitario. Aunque no son reconocidas de forma oficial son variedades que se están divulgando a nivel local y territorial, sobre todo tienen el sello de la confianza campesina y garantía de ser semillas que han sido producidas de forma agroecológica.

También se rescatan prácticas ancestrales de curado y almacenamiento orgánico de semillas, logrando incorporar en las propuestas el uso de plantas locales como y técnicas sencillas como el uso de la vela.

Además de la elaboración de publicaciones escritas, se elaboraron programas de radio y en coordinación con grupos de teatro, audiovisuales para tratar de hacer conciencia a la población sobre la importancia de las semillas criollas y el riesgo de la introducción al país de organismos genéticamente modificados (transgénicos).

En alianza con otras organizaciones y con las municipalidades locales logramos la aprobación de 5 ordenanzas municipales en los municipios de San Ramón, Darío y San Dionisio (Matagalpa), Macuelizo (Nueva Segovia) y Belén (Rivas)

El resguardo, mejoramiento y defensa de las semillas criollas es un reto. El cambio climático cada vez golpea más fuerte la producción campesina y existe la amenaza constante de introducción de cultivos transgénicos al país. Sin embargo la experiencia acumulada de años y el impulso de propuestas agroecológicas han tenido su efecto no solo en la mejoría de las unidades productivas campesinas, sino también en su difusión como una opción de desarrollo que contribuye en la construcción de soberanía alimentaria desde las mismas familias campesinas.

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