SIMAS/Nicaragua –
Por Wendy Quintero –
En el municipio de San Ramón, departamento de Matagalpa, se realizó un estudio, el el marco del proyecto Alianza por la Agroecología, que fue presentado en abril de 2017 en la revista Leisa. El estudio evidenció cómo las familias campesinas, junto a las organizaciones sociales, instituciones públicas y el gobierno municipal, aportan a una estrategia de desarrollo rural en torno a la agroecología como propuesta alternativa social, productiva, económica y ambiental.
Además, la práctica de la agroecología constituye una labor de incidencia que busca contribuir al marco jurídico nacional y local de forma que ambos permitan reivindicar y reconocer los derechos humanos de los campesinos y, a la vez, promuevan la agroecología no solo como opción de vida, sino también como una propuesta política de desarrollo rural sostenible.
El estudio fue realizado el Servicio de Información Mesoamericano sobre Agricultura Sostenible (SIMAS) y el PCaC-UNAG el Programa Campesino a Campesino (PCaC), en el marco de la Alianza por la Agroecología.
Para leer el estudio en su versión integral, haz clic aquí: Nicarágua – Seis experiencia agroecologicas.
Los resultados del estudio
A fin de corroborar el impacto y escalamiento de la agricultura sostenible en la vida de las familias campesinas en el municipio de San Ramón se realizó una consulta a familias promotoras del Programa de Campesino a Campesino, la cual además hizo posible recoger vivencias, opiniones sobre el avance de la propuesta agroecológica y los resultados a nivel municipal.
Los elementos pertinentes al estudio, recabados en la consulta con las familias de promotoras y promotores del PCaC, se resumen en los siguientes elementos:
La búsqueda de alternativas sostenibles está ligada al acceso a la tierra. Muchos de los pequeños agricultores del municipio provienen del sector de la reforma agraria de los años 80. Con el tiempo, muchos productores perdieron sus tierras en el proceso de apertura comercial neoliberal de los años 90 y de globalización.
Con la pérdida del poder del gobierno revolucionario (1990) y del apoyo de las instituciones públicas, sin ac ceso al crédito ni a insumos, las familias campesinas se vieron obligadas a buscar nuevas opciones para la producción de alimentos, o bien emigraron a la ciudad o al extranjero. La agricultura convencional entra en crisis y se dan algunos conflictos por propiedades.
A mediados de los años 90 el PCaC nacional reflexiona sobre la necesidad de transcender en sus temas de trabajo y convertirse en un programa que atienda aspectos relacionados con sistemas productivos integrales y trabaje temas relacionados con la fertilidad de los suelos, el manejo de insectos, la ganadería mayor y menor, la tracción animal y la selección de semillas, entre otros.
Para 1998, con el paso del huracán Mitch por Honduras y las copiosas lluvias e inundaciones que se dieron en Nicaragua, los sistemas productivos fueron afectados seriamente. No obstante, se constató que las familias campesinas que habían incorporado prácticas agroecológicas y la metodología PCaC tuvieron mejores condiciones para recuperarse de las pérdidas y la destrucción de las parcelas, evidenciando su capacidad de resiliencia (Holt-Gimenez, 2008). El PCaC colaboró con las autoridades para hacer una evaluación de los daños junto a las cooperativas de la Unión de Cooperativas
Las iniciativas de producción alternativa como la agroecología han estado inmersas en un proceso de construcción conjunta.
La capacidad de gestión de los productores y productoras es un factor de capital importancia para promover la agroecología.
Casos
En la publicación se presentan seis casos de familias agricultoras del municipio de San Ramón (Matagalpa) que muestran evidencias sobre las bondades de la agroecología en sus fincas, beneficiando directamente a la familia, la comunidad y su entorno local.
Estas familias promedian 12 prácticas agroecológicas en la finca, a saber: estercoleras, conservaciones de semilla, cultivos asociados, barreras vivas, cercas vivas, cortinas rompe viento, abonos verdes, incorporación de rastrojos, barreras muertas, biofertilizantes, curvas a nivel y selección de semillas nativas. Cuentan con un promedio de 12 cultivos agrícolas manejados agroecológicamente: granos básicos (frijol y maíz), hortalizas y musáceas.
Según datos del estudio de casos, el 71% de las variedades de cultivos agrícolas que utilizan para la producción provie- ne de variedades de semillas criollas y acriolladas.
Las familias han incorporado a su vida una cultura de protección ambiental, el establecimiento de árboles de diferentes especies (energé- ticas, maderables, frutales, forrajeras), que además brindan un beneficio ambiental a través de la protección de los sue- los y de las fuentes de agua, de la creación de microclimas favorables a los cultivos y, sobre todo, de la restauración de un sistema de convivencia que permita la producción de alimentos y la mejora de las condiciones ambientales. Las familias han establecido un promedio de 1 200 árboles en sus parcelas, cantidad significativa en relación al área total de la finca.
Organización
Ante la crisis alimentaria y ambiental que vivimos a nivel mundial, el trabajo del Movimiento de Campesino a Campesino (MCaC) es una alternativa válida, real y experimentada que ha ofrecido a familias campesinas e indígenas latinoamericanas posibilidades para afrontar las crisis y avanzar en la construcción de la soberanía alimentaria, así como en la protección y conservación del medio ambiente a través de la promoción y divulgación de la agroecología.
Las organizaciones de agricultores, como la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de Nicaragua (UNAG), tuvieron un rol importante para fortalecer el MCaC y en la difusión de metodologías agroecológicas de aprender haciendo a través de su Programa Campesino a Campesino (PCAC). A partir de la difusión y experimentación, se ha incrementado la participación de los pequeños agricultores y agricultoras en el desarrollo agrícola sostenible, ayudándoles a mejorar su manejo agrícola y a disminuir poco a poco su dependencia de los insumos externos.
Los campesinos y campesinas han contribuido a la reducción de la erosión y recuperación de los suelos, han reforestado las laderas, han logrado la diversificación y asociación de cultivos, han estabilizado los sistemas de alimentación familiar y han comercializado productos para el mercado, proporcionando a muchos campesinos más autonomía y mejores niveles de organización local para el desarrollo comunitario. A través de ese proceso se ha revalorizado la función de liderazgo que tienen las mujeres en las distintas comunidades, resaltando no solo su función reproductiva sino también su función productiva, potenciando los lazos de solidaridad y reciprocidad de los campesinos y rescatando los conocimientos y la cultura local.
Artículo completo en Leisa: Agroecología y los ODS